¿Sabían que la Depresión será la enfermedad psicológica más fuerte a nivel mundial para el 2030 según la Organización Mundial de la Salud?

 Por este motivo, quisiera compartirles algunas pautas para identificar si nosotras o algún ser querido podríamos estar siendo afectados por este problema.

Como psicóloga clínica he visto mucho desconocimiento y confusión alrededor de lo que estar deprimido implica. Es muy común escuchar que alguien diga “estoy muy deprimido” porque todos hemos experimentado en algún momento tristeza.

Sin embargo esta en realidad puede ser una tristeza transitoria que se disipa luego de un plazo acorde al evento que la produce. En un trastorno depresivo mayor, estos sentimientos de tristeza y anhedonia (falta de placer en las cosas que antes lo producían) son mucho más intensos y profundos.

La depresión afecta la vida y entorno de las personas, haciendo efecto en sus conductas, pensamientos, emociones y biología mucho más allá del nivel de molestia que produce una tristeza pasajera.

Aparte del sufrimiento que la depresión produce a la persona y a su familia, también genera una carga social importante ya que quienes la experimentan consumen más servicios médicos y sociales. A esto se suma el costo financiero para su tratamiento y la pérdida de productividad por ausentismo o deficiencia en la calidad del trabajo.

Si no es tratada, los individuos que la experimentan pueden alcanzar un estado de desesperanza frente a su entorno y al no encontrar forma de superarla, pueden inclusive llegar al suicidio.

Las tasas de depresión son el doble de frecuentes en mujeres que en hombres, esto debido a una vulnerabilidad de nuestro género para adquirir este tipo de trastornos.

Si bien la depresión se presenta en cada persona de manera distinta, se pueden reconocer síntomas generales de la misma. Si vemos que varios de estos aplican para la persona que en este momento estemos pensando, sería importante que sea evaluada por un profesional de la salud mental para descartar que esté sufriendo depresión.

 Los síntomas son:

• Estado de ánimo deprimido.
• Reducción de interés o placer en la mayoría de actividades.
• Pérdida o aumento de peso; aumento o disminución del apetito.
• Falta de sueño o exceso del mismo.
• Estado de agitación corporal o lentitud.
• Pérdida de energía.
• Sentimientos de culpa e inutilidad excesivos e inapropiados.
• Disminución de la capacidad de pensamiento y concentración, o indecisión.
• Pensamientos de muerte recurrentes, ideas de suicidio.

*Estos síntomas deben estar presentes por al menos dos semanas consecutivas, por la mayor parte de los días.

*Se debe tomar también en cuenta la historia de la familia de la persona que está experimentando depresión, ya que puede ser hasta un 50% hereditaria.

Como pueden ver hay una gran cantidad de síntomas, muchos opuestos entre sí, sin embargo con ellos podemos hacer un primer “screening” de cómo está la persona para poder aconsejarla en buscar ayuda.

Lamentablemente la falta de conocimiento de esta enfermedad ha incidido en que la gente que la experimenta se sienta mal por estar triste. La gente alrededor que no comprende lo que está sucediendo les dice cosas como: “Ya ponte bien, no es para tanto, no estés triste”, y esto vuelve a la persona más triste aún por no sentirse capaz de salir de este problema sola.

Por este motivo, recomiendo que si vemos que estos síntomas están presentes, apoyemos a la persona y no usemos ese tipo de frases, más bien seamos un apoyo para que de la mano de un profesional, puedan salir adelante.

Afortunadamente la depresión es tratable, y existen terapias con mucho éxito para ayudar a quienes la experimentan. Es un problema que al pasar tan desapercibido o al confundirlo con una simple tristeza, puede ser muy dañino a largo plazo.

Como mamá, amiga, hermana, profesional… espero estos datos sean útiles para todas ustedes, en especial para dar una mano a quienes lo necesitan, empezando por nosotras mismas.

Con cariño,

Daniela Ordóñez

Psicóloga Clínica

098.901.3562