Hablemos un poco de esta serie tan famosa de Netflix 13 reasons why, ahora que está al aire su segunda temporada. Es un tema delicado, sí, se trata de la violencia, expresada en bullying, en violación, incluso en el acceso a las armas y la serie de factores de riesgo y lo que enfrentan cotidianamente los adolescentes hoy, en el 2018.
Además de ser una serie con excelentes actores y bien hecha, quiero dejarles mi comentario desde mi visión como mamá joven, trabajadora y además, psicóloga.
La realidad presentada en esta serie es similar a la de nuestro medio, y en la primera temporada se trata el suicidio de Hanah, una adolescente, que deja 13 audios explicando las razones por las que decide cometer suicidio.
En la segunda temporada, se vuelve a clases, y se ven las secuelas que provoca este suicidio en la comunidad. Afortunadamente en Ecuador no tenemos esos problemas del acceso tan fácil a armas, que se presenta a lo largo de la serie, y que es una realidad en Estados Unidos, muy lamentable. Sin embargo, pienso que ver esta serie vale la pena, ya que trata muchos aspectos de las personalidades de los personajes que bajo circunstancias similares, serían muy cercanos a la realidad misma.
Esto no lo digo yo, lo dicen los mismos personajes, directora, escritores de la misma, quienes además trabajaron con varios doctores, especialistas y psicólogos para pegarse a la realidad. Incluso la madre de Hanah trabajó de la mano con una mujer que sufrió de verdad el suicidio de su hijo adolescente. El objetivo de esta serie es hablar, cuestionar nuestra sociedad, entender nuestro rol sobre quienes están sufriendo una depresión por bullying y por falta de apoyo adecuado.
Aunque hay mucho que conversar de esta segunda temporada, quiero centrarme en dos temas, primero, la importancia de un buen profesional de la salud para un diagnóstico y tratamiento de depresión y para enfrentar las conductas e ideaciones suicidas.
El consejero de la serie, termina despedido, con cargo de conciencia por no haber estado ahí y detener a Hanah. Cuántas veces si vemos alguien deprimido, creemos que con apoyarlos y decirles ya va a pasar, le ayudamos, sin embargo, la ayuda profesional es clave, puede hacer la diferencia entre vida y muerte, como en la serie. El consejero, gran ser humano, se equivocó y también lo atribuye a su falta de entrenamiento al respecto, así que este es un gran aprendizaje a tomar en cuenta.
En segundo lugar, hablemos de qué hacer cómo padres. El rol de la serie es darnos herramientas para intervenir, entendiendo lo que está pasando; hablar de lo que no se habla, pero que aún así, sucede; de la violación, por ejemplo. Como madres y padres, nuestro rol es amarlos INCONDICIONALMENTE, hablar sin miedo, sin juzgarlos ni dándoles sermones, simplemente guiarles, cuidarlos, educarlos, estar ahí.
Para esto, tomemos en cuenta que la adolescencia es una etapa de mutación del niño, de mi bebé, en un adolescente, y del padre de un bebé, en un padre de un adolescente, así que tanto ellos como nosotros debemos cambiar.
¡No se confundan! no digo que debamos soltarlos y dejarlos crecer independientemente; me refiero a que no pongamos reglas absurdas, que obliguen a que nos mientan, porque igual van a buscar vivir su etapa de transición normal e inevitablemente. Enseñémosles a vivir; me encanta un término usado por Vygotsky que es el andamiaje, es decir que nosotros, sus padres, seamos andamios de apoyo en los momentos que nos necesitan.
Para lograr una transición entre la práctica y el aprendizaje, por ejemplo, si mi hijo empieza a ir a fiestas, darle un horario de llegada, enseñarle y contarle qué pasa bajo el efecto del alcohol y de drogas, contarle que cuando tome si decide hacerlo, debe hacerlo de tal manera, con tales precauciones; tomar agua, contar las copas, etc. O sea, no pretender que mi hijo no va a hacer lo que yo hice; que él si va a ser súper educado, “perfecto”; sino más bien darle herramientas a que lo haga de tal manera que pueda tener menos impacto y que le enseñe a él como manejarse en la vida frente a estas sustancias y situaciones.
La base para lograr esto que les propongo es una buena comunicación, y para esto, mordámonos la lengua antes de sermonear, más bien, cuestionemos a que ellos descubran sus respuestas, guiemos; no impongamos, demostrémosles nuestro amor con límites claros pero flexibles, con horas de llegada, reglas claras de la casa, de las visitas de novios; y busquemos ser padres divertidos, cercanos, personas a quienes quieran acercarse y no de las cuales busquen escapar.
Recuerden que en esta etapa, nos guste o no, pasamos a segundo plano en nuestra influencia como padres, la mayor influencia son sus pares, sin embargo, dejar ese canal de comunicación sano y abierto entre padres e hijos, para que sepan que cuentan con nuestro amor y apoyo sin condiciones. No somos jueces de sus actos, sino guías de su historia; el trabajo será duro, pero seguro, valdrá la pena.
Con cariño
Daniela Ordóñez