Asertividad: Enseña a tus hijos a decir NO

Como padres, una tarea muy importante es el apoyar a que nuestros hijos desarrollen habilidades que fomenten unas relaciones interpersonales sanas y satisfactorias. La asertividad es una de estas habilidades, y se refiere a la capacidad de saber decir no; mantener una opinión propia frente a diversos eventos o situaciones, ser capaz de pedir favores, incluso poder reaccionar frente a una agresión física o verbal, y poder manifestar eficazmente las propias emociones y sentimientos.

Muchas veces sentimos culpa, vergüenza de decir que no, nos “tragamos” las cosas o perdemos la cabeza al ser agredidos. Sentimos miedo de defraudar a los demás, o tenemos la necesidad de querer agradar a todos. Comprendamos que decir que no, no es sinónimo de egoísmo, más bien, es generosidad conmigo mismo y ayudará a que pueda cumplir con lo que tengo que hacer de mejor manera. También poder decir no me da más tiempo libre para dedicarme a otros intereses. Me ayudará a tener menos estrés y cargas excesivas (y muchas veces innecesarias) en mi vida. Por todo esto, pienso que la asertividad es una actitud sabia para nosotros como padres y por supuesto, para nuestros hijos.

La asertividad entonces, pretende que tengamos una actitud que no permita la manipulación de los demás. Es una postura saludable ante la vida. Mientras alguien pasivo se deja pisotear, y alguien agresivo impone a los demás las cosas; el asertivo negocia, busca lograr acuerdos de forma positiva. La asertividad también va muy ligada a la autoestima y el miedo a ser rechazado, a esa necesidad de encajar en un grupo. Por esto nuestros hijos deben aprender a defenderse y expresarse. Nosotros no debemos ser vistos como sus salvadores sino como en quienes pueden contar para apoyarlos a que ellos resuelvan sus propios problemas con asertividad. Mientras antes lo aprendan, mucho mejor.

Una forma básica de inculcar esta habilidad es dando el ejemplo; si yo soy asertiva, seguramente mis hijos aprenderán de mi; pero, si no lo soy, debo trabajar primero en mi propia capacidad para luego enseñarla en casa. Los niños que ven en los padres un modelo de comportamiento asertivo, aprenderán a mantenerse firmes por sí mismos. Si nuestros hijos ven que tomamos decisiones con respeto hacia nosotras mismas y los demás; que no nos cuesta decir que no, entenderán que decirlo, está bien. Si en un momento también nos dicen que no ante alguna petición donde era justo hacerlo (no vale no arreglar su cuarto, o cumplir una tarea que le corresponde), debemos mostrar respeto y apoyarlos.
El lenguaje es importantísimo, cuando un hijo se equivoque, en vez de decirle algo como: “Ay hijito, que mudo, ¿es que no sabes decir que no?”, utilicemos algo similar a: “Mijo, te sentiste mal por no poder decir lo que piensas, ¿qué crees que te puede ayudar la próxima vez a hacerlo?”

Fomentemos un hogar democrático, donde todos se escuchen y respeten sus puntos de vista, no es lo mismo que estar de acuerdo, pero sí, respetar lo que cada hijo opine. Si aprenden a opinar en casa, será más probable que lo hagan en otros lugares y estén cómodos con eso. Anima a que todos den su opinión, siempre habrá un hermano más dominante, sin embargo, encárgate de ser tú la moderadora y que todos tengan la oportunidad de expresarse.

En un momento del día en que estén con calma pregúntale a tu hijo “¿Cuando en el cole te hacen o te dicen algo que no te gusta, qué haces? O algo como “Cuándo tu amiga te dice tonta, ¿tú que haces?”. Tras escuchar de forma activa su respuesta explícale que puede actuar de otra forma, pues tiene el poder de decir no cuando algo no le gusta: “¿Sabes que puedes decirle no? Podemos explicarles que se puede actuar de otra manera, que pueden decir no si algo no les gusta. Darles opciones de cómo pueden responder en otra oportunidad: “No me empujes, no soy tonta, no me digas así, no me gusta lo que hiciste…” Luego practiquen imitando situaciones similares, donde nosotras con cara seria, y de forma clara y contundente diremos “No me empujes” (o lo que aplique), y después, hagamos que nuestro hijo nos imite y lo haga asertivamente. De este forma puede ir practicando poner sus propios límites en casa.

La asertividad se relaciona con la empatía, y es importante porque implica amor propio, pero desde el respeto y valoración a los demás. Parte del aprendizaje de relaciones interpersonales es el no saber cómo relacionarse; para esto podemos guiar sus comportamientos, analizando la situación problemática, conversando las posibles soluciones y consecuencias con nuestros hijos. Aquí es clave que nuestros hijos puedan ver varias opciones de conducta, así podrá tomar la mejor decisión entre ellas. Además podemos darle ejemplos que conozcamos similares y explicarle como alguien más superó esa situación. Todo esto lo tranquilizará y le dará confianza.

Para apoyar a este aprendizaje debemos trabajar en estas áreas:
1. Desarrollar lenguaje corporal adecuado; manteniendo el contacto visual con quien hablamos, con nuestro cuerpo erguido, hablando de forma clara y firme, no hablar en tono de queja o victimización, enfatizar en palabras usando gestos y expresiones acordes.
2. Para evitar la manipulación, se puede repetir varias veces mi punto de vista, con calma y sin dejarme distraer por asuntos irrelevantes: “Sí, entiendo, estoy de acuerdo con esto que tú piensas, pero mi punto de vista es…”
3. Utilizar al “no” sin miedo; directamente y sin frases que pueden interpretarse de forma ambigua “no estoy segura”, “no creo que pueda”. Ser breves, dar una razón corta, recordemos que no debemos justificarnos ni dar mil explicaciones, tenemos derecho a decir que no.
4. Identifiquemos la personalidad de nuestros hijos para saber cómo incidir más con cada uno en el hogar. Existen niños más tranquilos, que buscan evitar conflictos; otros, más indecisos y poco autónomos, y aquellos que parecen ser más influenciables.
a) Si tu hijo es de los tranquilos, evita ser autoritaria y estricta, pon límites negociando y enséñale a defenderse de opiniones o críticas contrarias y que sepa decir “no” de forma clara y firme. Si tú eres inflexible y estricta tendrás un hijo sumiso que hoy te obedece a ti, y mañana a todos con una personalidad fuerte.
b) Si buscas que tu hijo se vuelva más independiente, deja de lado la sobreprotección y permítele equivocarse. Dale responsabilidades claras y no le supervises todo el tiempo. Confía en él, dale la seguridad que le falta.
c) Si crees que tu hijo es influenciable, refuerza su personalidad y gustos. Hagan actividades que sepas que disfrute y donde todos cuenten como son y qué les gusta hacer. Esto le puede ayudar a conocerse más y tener ideas más claras.

El camino al inicio como en todo nuevo hábito, no será sencillo; más aún si hemos estado acostumbrados a decir sí todo el tiempo; pero nos simplificará la vida y valdrá la pena. A nuestros hijos, les dará más autoestima y confianza el poder decir que no sin problema, y a nosotros una tranquilidad invaluable ¿Practicamos?

 

Daniela Ordóñez

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